domingo, 26 de mayo de 2013

Biodiversidad en Amazonas.

La Amazonia, también denominada Amazonía,[1] es una vasta región de la parte central y septentrional de América del Sur que comprende la selva tropical de la cuenca del Amazonas. La adyacente región de las Guayanas también posee selvas tropicales, por lo que muchas veces se le considera parte de la Amazonia.
Esta selva amazónica es el bosque tropical más extenso del mundo.[2] Se considera que su extensión llega a los 6 millones de km² repartidos entre nueve países, de los cuales Brasil y el Perú poseen la mayor extensión de la Amazonia, seguidos por Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Surinam y la Guayana Francesa. La Amazonia se destaca por ser una de las ecorregiones con mayor biodiversidad en el mundo.
El 11 de noviembre de 2011 la selva amazónica fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo.[3]



El explorador español Francisco de Orellana fue el primer europeo en recorrer el río Amazonas en 1542. Partió por llamado de Gonzalo Pizarro, quien había ido en busca del País de la Canela, desde Quito a fines de dicho año, avanza por el río Napo,[4] llegando hasta su desembocadura en el actual Perú, cerca de la actual ciudad de Iquitos, hasta que en agosto de 1542 alcanzó la desembocadura del Amazonas en el océano Atlántico.[5] El primer remonte del río Amazonas por un europeo fue en 1638 por Pedro Teixeira, portugués, quien invirtió la ruta de Orellana y alcanzó Quito a través del río Napo. Regresó en 1639 con los padres jesuitas Acuna y Artieda, delegados del virrey del Perú para acompañar a Texeira.
Así mismo, Orellana informó que la zona estaba densamente poblada, sugiriendo niveles de población que exceden incluso los que se presentan hoy en día. A pesar de que es posible que Orellana haya exagerado el nivel de desarrollo de los amazónicos, sus descendientes seminómadas tienen la extraña particularidad entre las sociedades primitivas de una aristocracia hereditaria, aunque sin tierras, una anomalía histórica para una sociedad sin una cultura agraria sedentaria.
Esto sugiere que estas culturas fueron anteriormente sociedades agrarias más civilizadas pero que, después de la catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos en los siglos XVI y XVII, revirtieron a modos de existencia menos complejos aunque manteniendo ciertas tradiciones. Además, muchos pueblos indígenas se vieron forzados a adaptarse a una vida nómada para protegerse del colonialismo. Esto pudo hacer menos atractivos algunos beneficios de la terra preta, como su capacidad para autorenovarse, debido a que los granjeros debían mudarse para estar seguros. «Talar y quemar» pudo entonces haber sido una adaptación a esas condiciones.
Desafortunadamente las selvas han sido objeto de clareos y talas indiscriminadas desde los tiempos más antiguos y su destrucción se ha disparado en los últimos 400 años, lo que está reduciendo rápidamente su área por todo el mundo. En la década de los 90, se estima que hubo una reducción anual de 58.000 km². El 14% de la superficie de la Tierra estaba cubierto de selvas primarias, en la actualidad, este porcentaje se ha reducido tan sólo al 6% y al ritmo actual de deforestación, éstas habrán desaparecido alrededor del año 2050. Las selvas primarias son reemplazadas por vegetación secundaria de crecimiento rápido pero de menor valor desde el punto de vista de la conservación de los ecosistemas. Los biólogos consideran que gran cantidad de especies están siendo abocadas a la extinción —posiblemente más de 50.000 al año— debido a la eliminación de su hábitat.
A principios del siglo XX, Manaos vivía intensamente de la denominada Fiebre del Caucho. Considerada la ciudad brasileña más desarrollada y entre las más prósperas del mundo, Manaos era la única ciudad del país en tener luz eléctrica y sistema de agua potable por caños y desagüe por alcantarillas. El apogeo del Ciclo del Caucho se dio entre los años 1890 y 1920, época en que la ciudad gozaba de tecnologías que otras ciudades del sur de Brasil aún no tenían, como tranvías eléctricos, avenidas construidas sobre pantanos, y edificios imponentes y lujosos, como el Teatro Amazonas, el Palacio de Gobierno, el Mercado Municipal y el Edificio de la Aduana.
El estrato herbáceo suele ser escaso en la selva, ya que el espeso dosel vegetal que forman los distintos niveles de árboles impide que llegue la luz del sol al suelo. Por el contrario, si se abre un claro, el suelo rápidamente queda colonizado por una densa maraña de arbustos y árboles de rápido crecimiento, jungla, que forman la vegetación pionera.
Los vegetales producen biomasa a través de la fotosíntesis, que es el proceso por el cual los rayos solares proporcionan la energía suficiente para transformar, el dióxido de carbono y los minerales y agua del suelo o de la atmósfera, en hidratos de carbono, que son la materia prima que los seres vivos utilizan para alimentarse, crecer y reproducirse. En el proceso de fotosíntesis se libera oxígeno libre que casi en su totalidad va a parar a la atmósfera o al agua, por la fotosíntesis de las plantas acuáticas.
Se ha calculado que el 28 % del oxígeno que consumen los seres vivos en nuestro planeta procede de las selvas intertropicales.[cita requerida] El resto procede de la otra vegetación que hay en el mundo. La mayor parte del oxígeno liberado por los vegetales procede del fitoplancton, es decir, de la materia vegetal existente en los mares hasta la profundidad donde llegan los rayos solares. Entre las plantas acuáticas se encuentran las de mayor biomasa existente en la naturaleza. El balance de CO2 y O2 del Amazonas sin perturbar es prácticamente neutro. La selva contiene una enorme cantidad de biomasa y convierte el CO2 de la atmósfera en alimentos, es decir, en los hidratos de carbono que constituyen la base de esa biomasa. Se estima que alrededor del 28% del oxígeno producido y usado en la Tierra proviene de estos espacios vegetales.
A largo plazo y a escala global, el balance entre los niveles de dióxido de carbono y oxígeno suele ser bastante estable por que la absorción de anhídrido carbónico, o dióxido de carbono, es mucho mayor en las selvas de lo que se pensaba ([3] ).
El Ferrocarril Madera-Mamoré, construido entre 1907 y 1912 en el estado de Rondonia, también conocido como el Ferrocarril del Diablo debido a las miles de muertes ocurridas durante su construcción, el último trecho de la vía férrea, fue inaugurado con la llegada del primer tren a la ciudad de Guajará-Mirim, fundada en esa misma fecha. El ferrocarril tenía como propósito principal transportar la producción de caucho de Bolivia y Brasil hacia el puerto de Belém.
La línea férrea fue parcialmente desactivada en los años 30 y totalmente desactivada en 1972. Volvió a funcionar en 1981 en un trecho de apenas siete kilómetros de los 364 del total original y solamente para fines turísticos. Las áreas más afectadas por la deforestación son la Amazonia en América del Sur y el Asia Monzónica, especialmente Indonesia y Malasia











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